Por Javier Ondarra
Coaching
Hace prácticamente 1 año estaba finalizando mi formación como de Coaching  Co-Activo. Estábamos trabajando en una dinámica sobre la expresión de nuestras emociones cuando uno de mis compañeros de formación se desmoronó y rompió a llorar. Nos reconoció que su madre había fallecido unos meses antes, y que debido a que él se encontraba trabajando en otra ciudad de lunes a viernes no pudo despedirse de ella. Nos trasladó que desde entonces llevaba consigo la pena de no haberle podido decir a su madre lo mucho que la quería.

 

En ese momento entendí lo afortunados que somos al poder decir “te quiero” a nuestros seres queridos. Evidentemente no sólo se trata de decirlo, sino que lo importante es sentirlo.

Los recién nacidos son puro sentimiento y pura presencia. Lo que ocurre es que por desgracia a medida que nos vamos haciendo mayores nos vamos olvidando de la importancia de los sentimientos.

 

Somos analfabetos emocionalmente hablando. No hemos sido educados en la gestión de las emociones. Y es realmente importante saber lo que nos pasa cuando nos inundan las emociones. Un paso clave es etiquetar las emociones. Y para ello, un paso previo es conocerlas. ¿Cuántas emociones conocemos y sabemos describir? Cuando trabajo como Coach Co-Activo acompaño mi trabajo con los coachees con el libro “El Emocionario” ¡hasta 30 emociones diferentes!

 

“No llores en público, qué va a decir la gente”. ¿Os suena ? A mi sí. Y a muchos hombres y mujeres (sobre todo a los primeros) seguro que también. Y las lágrimas sólo son “agua que sale por los ojos”. El Coaching Co-Activo promueve el cambio respecto a nuestras reacciones ante las emociones: se trata de aceptar y observar los estados emocionales en lugar de obstinarse en suprimirlos. Se trata de crear un espacio alrededor de las emociones que les permita existir. No nos inunda una emoción, sino que la experimentamos: aceptar para sufrir menos.

 

Las emociones son los motores de los pensamientos negativos (de los que ya he hablado en anteriores post). Y aceptar mis emociones es desmontar su poder sobre los pensamientos. Y, una vez que salimos de “la piscina de las emociones” en la que hemos estado, siempre se crea una nueva energía, a partir de la cual es posible pasar a los estados de ánimo positivos de la SERENIDAD (respecto al pasado) y de la AMBICION-ILUSION (respecto al futuro), donde reside el complemento energético de la “ilusionina” (de la que hablé en un post anterior). Hablaré de los estados de ánimo en un próximo post.